
Sinceramente por un momento
sentí que no podía mas y así cómo el Salvador en mi corazón decía “Padre, ¿por qué
me has desamparado?”, deseaba salir corriendo y alejarme ante tan difícil prueba,
pero decidí mantenerme en silencio por un laaargo rato y colocar himnos hasta que
ellos se calmaran, comenzando por mi
propio hijo, hasta que por fin el Espíritu volvió nuevamente a la clase y la
oración final de uno de ellos fue un bálsamo para mi ante la humildad de su
oración y el agradecimiento que expresó al Padre por la clase.
Quizás en estos
momentos no puedo ver si vale la pena lo mucho que me esfuerzo por estos
pequeños, pero mantengo la esperanza de poder ver en el futuro que por lo menos
en uno haya brindado frutos. El resto
del día ha seguido probando mi paciencia con mi pequeño hijo y trato de
mantener una oración en mi corazón para darle mi amor y no explotar en llanto.
El Salvador dijo “Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de éstos, mis
hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” MATEO 25:40. Amo a Dios y sé que sólo Él por medio de su gracia puede
darme la fuerza para seguir dando todo de mi aún cuando sienta que ya no puedo más,
porque al fin y al cabo son sus hijos y yo también y un PADRE JAMÁS ABANDONA A
SUS HIJOS.