domingo, 29 de junio de 2014

Los días color de rosa también tienen espinas



 
Hoy es uno de esos días difíciles en los que uno preferiría no haberse levantado de la cama. Amo servir con todo mi corazón a mis pequeños de la Primaria y amo ser madre de mi pequeñito, pero eso no significa que a veces uno sienta que ya no puede más con su paciencia cuando es difícil mantener la reverencia, sumándole a eso que mi bebé de un año y 4 meses está en su etapa de rebeldía  donde es más difícil controlarlo y mantenerlo quieto mientras uno intenta dar los tiempos para compartir y dirigir la música.

 Sinceramente por un momento sentí que no podía mas y así cómo el Salvador en mi corazón decía “Padre, ¿por qué me has desamparado?”, deseaba salir corriendo y alejarme ante tan difícil prueba, pero decidí mantenerme en silencio por un laaargo rato y colocar himnos hasta que ellos  se calmaran, comenzando por mi propio hijo, hasta que por fin el Espíritu volvió nuevamente a la clase y la oración final de uno de ellos fue un bálsamo para mi ante la humildad de su oración y el agradecimiento que expresó al Padre por la clase.

 Quizás en estos momentos no puedo ver si vale la pena lo mucho que me esfuerzo por estos pequeños, pero mantengo la esperanza de poder ver en el futuro que por lo menos en uno haya brindado frutos.  El resto del día ha seguido probando mi paciencia con mi pequeño hijo y trato de mantener una oración en mi corazón para darle mi amor y no explotar en llanto.

 El Salvador dijo “Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de éstos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” MATEO 25:40. Amo a Dios y sé  que sólo Él por medio de su gracia puede darme la fuerza para seguir dando todo de mi aún cuando sienta que ya no puedo más, porque al fin y al cabo son sus hijos y yo también y un PADRE JAMÁS ABANDONA A SUS HIJOS.