miércoles, 2 de noviembre de 2016

Mis vecinas, mis mamas.

   Hace un Momento mientras estaba acostada junto a mis pequeños, me vino a la mente el recuerdo de la mujeres con las que crecí y que al meditar en ello me siento agradecida de tan hermosa bendición, ellas son mis vecinas.

   Crecí en una pequeña vereda de 12 casas, a la que con el tiempo se le agregó una mas. Llegue allí cuando tan sólo era una bebé de casi tres meses junto a mis padres.

   Nilda, Vilma, María (Mi mamá),Carolina (mi tía abuela), Irama,  Isabel,  Anais, Sra María, Irene, Ines y sus hijas, Angélica, Sorelis. A esta lista también le agrego a Angélica (la mamá de mi amiga, que aunque no es de la vereda también era mi vecina)

   Todas estas mujeres, madres, fueron para mi de una u otra manera un ejemplo, y a medida que crecía las admiraba y aprendía mas y mas.

   Algunas de ella luchaban cada día por ser el sustento de su hogar; salían bien temprano a trabajar y llegaban casi de noche con el cansancio de la jornada a seguir trabajando en casa para que sus hijos pudieran tener que comer, que vestir, hacer las tareas del colegio y tener la casa limpia. Otras estaban en casa  siendo las guardianas tiempo completo no sólo de su hogar, sino muchas veces también del nuestro. Ellas eran los ojos de nuestras madres, las primeras en salir corriendo si escuchaban que algo nos había pasado, las que nos regañaban si nos oían peleando o haciendo algo malo, la que nos alimentaban si sabían que en casa quizás no teníamos que comer ese día.

   De ellas aprendí que ser vecino muchas veces también significa ser tu familia mas cercana a la hora de los momentos tristes y alegres, a que son los infaltables para picar la tortica de cumpleaños, y que seguramente cantarán mas fuerte que los mismos invitados. 

   Aprendí a multiplicar, a dividir, a que las muelas de juicio salen cuando estas grande y no cuando eres niña, a trabajar manualidades, a cocinar, a que era feo "andar lanzando puntas", a escuchar música de Rocio Durcal, Ana gabriel, Juanga, Llanera los fines de semana, a que el frente de la casa también se debe mantener limpio, a que no importa la edad que tengas puedes seguir estudiando y lograr tus metas, a que sin importar los obstáculos de la vida somos madres y debemos seguir adelante para brindarle a nuestros hijos un mejor futuro y no dejarnos vencer por esas pruebas.

   Si me preguntan ¿quienes son mis vecinas hoy día (por lo menos la del piso del departamento donde vivo? no lo sé, no las conozco, no conozco sus nombre, ni sus voces y por supuesto que mis hijos menos. Vivimos en un tiempo donde cada día estamos mas apartados del que nos rodea, donde la desconfianza a veces es mas grande que la cortesía y lo peor es que nuestros hijos están creciendo en ese ambiente.

   A ESAS SEGUNDAS MADRES LES DIGO GRACIAS, GRACIAS POR LO QUE HICIERON, HACEN Y SEGUIRÁN HACIENDO.

   Hoy  casi todas son abuelas, y se cuidan los nietos unas a otras en los pocos momentos en que salen los pequeños a la vereda a jugar. Hay algunas que ya no viven allí y hay hijos como yo que tampoco están, pero esas veredas tienen sus pies mascados, y en nuestras mentes el recuerdo de una niñez rodeada de madres imperfecta que hicieron nuestra infancia perfecta.